En América Latina y en particular en el Cono Sur, la cultura se ha “puesto de moda” en las últimas décadas. Sea bajo el discurso de derechos, como ámbito de intervención de la sociedad civil, como mercado o terreno de investigación de la cultura, constituye un recurso más que valioso, ineludible (Nivón, E, 2013; Yúdice, G, 2002). De la mano de los nuevos gobiernos progresistas han surgido nuevas formas de pensar y hacer cultura. Durante décadas las fuertes definiciones que legitimaron a la “alta” cultura como “la” cultura en oposición a la cultura popular van siendo sustituidas en Uruguay por el reconocimiento hacia la cultura como un todo polisémico y controvertido. Para que ocurriera este tránsito fue preciso diseñar mecanismos de intervención como lo son las políticas culturales.
La histórica marginalidad de diversidad de prácticas y universos de sentido que están más allá de las expresiones hegemónicas se ha revertido, dando paso a un mayor interés no solo de académicos, intelectuales y artistas sino también de los políticos. De esta manera, se comienza a tomar en cuenta el peso y la incidencia que la cultura, bajo sus múltiples expresiones, logra tener en la conformación de una sociedad democrática, inclusiva y diversa, pero también como espacio de poder. Las políticas culturales ya no son solamente motivo de debates doctrinarios en revistas literarias o suplementos periodísticos de fin de semana. (García Canclini, N, 1987: 64).
El estudio de los efectos de las políticas públicas, sea en el contexto institucional, en las tramas sociales, como en el plano más concreto de la vida de los sujetos/destinatarios, es en sí misma una instancia valiosa. Los escenarios sociales van mudando con celeridad y se requiere de perspectivas sustentadas empíricamente, que los expliquen y aporten pautas para los pasos siguientes.
En relación a las políticas públicas hacia la cultura, sobre todo en las producidas en los últimos años, se han instalado discursos contundentes que, como nunca antes, aluden a desmontar expresiones de desigualdad y a generar cambios culturales. No son pocas las políticas que se plantean entre sus objetivos principales “generar ciudadanía”, “garantizar el acceso a los derechos culturales”, “democratizar la cultura”, entre otros. El carácter eminentemente social y redistributivo de las políticas culturales del nuevo siglo y su sentido político hacen pertinente colocar la interrogante acerca de cuáles son esos resultados.
¿Qué ha cambiado en Uruguay en los últimos años, específicamente a partir de políticas que se han extendido a lo largo y ancho del país y que dispusieron de importantes recursos? Podemos decir que la respuesta a esta pregunta recién comienza a cobrar sistematicidad. Desde la investigación se intentan realizar aportes en este sentido, pero sabemos que lo acumulado es todavía insuficiente.
- Professor: Sequeira Federico