Si consideramos el discurso científico como un género específico, esto requiere reconocer un contenido específico, un estilo lingüístico particular y una organización retórica típica, es decir, un patrón de estructuración y composición enunciativas que lo puede caracterizar. A continuación analizaremos estos aspectos.
El contenido en el contexto académico/científico se produce mediante formas discursivas propias del plano temático disciplinar. De manera que la ciencia, entendida como acción sistemática y estructurada orientada hacia la construcción de conocimiento, remite a un contexto con pretensiones de universalidad.
Desde un plano más bien pragmático (intencional), la función principal del discurso científico es la de informar. Cuando se refiere a objetos del mundo y sus relaciones, el discurso se apoya en cierta forma de demostración o evidencia empírica (Soto, 2004). En consecuencia, se construye un discurso que se orienta en ese sentido. Esta función principal del enunciado científico intenta conseguir de los interlocutores una adhesión buscando convencer de la veracidad de lo que se quiere demostrar mediante recursos lingüísticos y retóricos. La secuencia enunciativa debe no debe dejar lugar a dudas o a argumentos que relativicen aquello que, por definición, corresponde a una demostración necesaria.
De acuerdo con Halliday (1993), el discurso científico tiene su propia y peculiar gramática, en la que verbos y sustantivos funcionan de manera diferente al discurso cotidiano. En general, los eventos son comprimidos por medio de abstracciones o conceptualizaciones concretas. Los verbos funcionan en las oraciones como uniones causales entre tales aspectos. Estas formas discursivas permiten que los fenómenos de estudio mantengan relaciones entre sí como parte de un proceso de razonamiento o argumentación científica. Se trata, en suma, de una forma de hablar acerca del mundo que es diferente a la de la vida diaria, incluso en su gramática (Halliday, 1993). Así, el género científico posee expresiones léxicas propias, formas oracionales típicas y giros gramaticales habituales que son característicos y producen una identificación inequívoca del estilo científico. Veamos el siguiente ejemplo:
“La separación entre las prácticas de escritura académica y los procesos investigativos dificultan, en muchos casos, la posibilidad de que los estudiantes reconozcan la escritura académica como una herramienta que permite ordenar y conceptualizar el ejercicio investigativo”
Se reconoce en este pasaje un ejemplar de discurso científico sobre la base de rasgos gramaticales peculiares. El uso del tiempo presente absoluto en la secuencia, la alta frecuencia de uso de la forma pasiva y una tipología específica de categorías representadas en elementos léxicos son rasgos lingüísticos que permiten caracterizar el estilo aseverativo propio del discurso académico.