• Unidad Nº 2: La escritura como práctica social. El proceso de escritura. La escritura de diferentes géneros discursivos académicos. La práctica de escritura académica. La lengua oral en contextos informales y formales. Reflexión sobre las prácticas de lectura: escritura y oralidad.

    Halliday (1993) considera que todo aprendizaje es un proceso de producción de significado. Por su parte Moyano (2016) sostiene que el desarrollo del lenguaje implica desarrollo del aprendizaje: “no puede decirse que el lenguaje sea solo un dominio del conocimiento sino que es la condición esencial para el proceso mediante el cual la experiencia se transforma y deviene en conocimiento” (p. 38). De manera que al escribir, se reconstruye una experiencia que expande el conocimiento y lo profundiza, mediante el uso de abstracciones, teorizaciones, metáforas gramaticales u otras formas expresivas ( Halliday, 1993).
    De acuerdo con Moyano (2016), aprender a significar es, en consecuencia, aprender a expandir el potencial del sentido de una palabra o una frase. Al aprender contenidos, el estudiante necesita usar el lenguaje para la producción de conocimiento sobre el dominio respectivo.
    En el ámbito universitario, aprender a escribir se ha convertido en un proceso de apropiación y manejo experto de las prácticas discursivas en las que se difunde y legitima el modo de pensamiento de un ámbito disciplinar determinado.
    La escritura académica constituye una convención social que involucra todo un conjunto de aspectos que se sitúan en diferentes niveles del sistema de la lengua y que es necesario que sepamos controlar y que seamos capaces de construir: La normativa ortográfica. Las normas de puntuación. La elaboración adecuada de la frase y el párrafo. Los modos de titular y subtitular los fragmentos de los textos. Las particularidades temáticas, estructurales y de estilo de los textos.